http://www.goear.com/listen/0cef15a/el-asilo-charly66
*
*
“El asilo”
*
*
Cada mañana temprano
se acicalaba un viejito,
era el sol el que llamaba
a su ventana en los vidrios,
con suavidad y ternura,
con un cariñoso guiño
al anciano lo animaba
y le decía al oído
levántate alma de Dios
y sal pasito a pasito,
ponte la gorra de pana
perfúmate como un niño
aroma tus mil arrugas,
protégelas del vil frío,
apóyate un tu bastón,
recorre el largo pasillo
que muere en las anchas puertas
y deja atrás este asilo.
Sus limpias sienes brillaban
como brilla el oro fino,
octogenario y vetusto
y aún sin embargo un crío,
de ilusión lo mantenía
tan sólo como un suspiro,
tan sólo por el abrazo
que le daría aquel hijo
el día que recordara
visitarlo en el asilo.
Ese sol que era compaña
no quería verlo hundido
y le seguía diciendo
sal, yo esperaré contigo.
Una vez en los jardines
has de buscar un banquito,
mi calor te está esperando
en ese banco de pino.
No has de perder la esperanza,
hoy por fin quizá tu hijo
recuerde que tú lo esperas
algo triste y confundido,
hoy quizá tengas visita,
no pienses que eres olvido,
quizá es que no tenga tiempo
o se volvió olvidadizo,
no pienses que no te quiere,
que no te tiene cariño,
no creas que eres molestia
ni que te tiene escondido,
mantén tu mejor sonrisa
hoy quizá venga tu hijo.
Así pasaron los años
y en los trinos de los mirlos,
siguió esperando el anciano
en su banquito de pino,
llevando el mejor perfume,
cubierto con un abrigo
cada invierno en los jardines
de aquel solitario asilo,
esperando la visita
solamente de aquel hijo.
Han pasado muchas lunas,
diez inviernos sin sonidos,
ya se fueron las alondras,
ya no se escuchan sus trinos.
Ha llegado la visita
pero el banco está vacío,
tan sólo queda un bastón
por los fríos ya podrido,
la esperanza de un anciano
y aquel perfume divino,
su fiel gorrita de pana
y un querer que no han querido.
*
*
Carles C 30/VI/2014
*
*
“El asilo”
*
*
Cada mañana temprano
se acicalaba un viejito,
era el sol el que llamaba
a su ventana en los vidrios,
con suavidad y ternura,
con un cariñoso guiño
al anciano lo animaba
y le decía al oído
levántate alma de Dios
y sal pasito a pasito,
ponte la gorra de pana
perfúmate como un niño
aroma tus mil arrugas,
protégelas del vil frío,
apóyate un tu bastón,
recorre el largo pasillo
que muere en las anchas puertas
y deja atrás este asilo.
Sus limpias sienes brillaban
como brilla el oro fino,
octogenario y vetusto
y aún sin embargo un crío,
de ilusión lo mantenía
tan sólo como un suspiro,
tan sólo por el abrazo
que le daría aquel hijo
el día que recordara
visitarlo en el asilo.
Ese sol que era compaña
no quería verlo hundido
y le seguía diciendo
sal, yo esperaré contigo.
Una vez en los jardines
has de buscar un banquito,
mi calor te está esperando
en ese banco de pino.
No has de perder la esperanza,
hoy por fin quizá tu hijo
recuerde que tú lo esperas
algo triste y confundido,
hoy quizá tengas visita,
no pienses que eres olvido,
quizá es que no tenga tiempo
o se volvió olvidadizo,
no pienses que no te quiere,
que no te tiene cariño,
no creas que eres molestia
ni que te tiene escondido,
mantén tu mejor sonrisa
hoy quizá venga tu hijo.
Así pasaron los años
y en los trinos de los mirlos,
siguió esperando el anciano
en su banquito de pino,
llevando el mejor perfume,
cubierto con un abrigo
cada invierno en los jardines
de aquel solitario asilo,
esperando la visita
solamente de aquel hijo.
Han pasado muchas lunas,
diez inviernos sin sonidos,
ya se fueron las alondras,
ya no se escuchan sus trinos.
Ha llegado la visita
pero el banco está vacío,
tan sólo queda un bastón
por los fríos ya podrido,
la esperanza de un anciano
y aquel perfume divino,
su fiel gorrita de pana
y un querer que no han querido.
*
*
Carles C 30/VI/2014
