martes, 24 de noviembre de 2015

La promesa. Prosa

“La promesa”
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La ancha y limpia cristalera de aquella cafetería reflejaba mi triste imagen,
lloviznaba, mi viajera memoria dio un paso dos días hacia atrás.
Serían las cinco de la tarde, en la terraza estaba sentada Ana María (amiga de la infancia)
sus ojos brillaban pero no era el brillo al que nos tenía acostumbrados
(los ojos de una mujer brillan bajo dos condiciones, cuando está enamorada o cuando el dolor inunda su alma,
 pues es entonces cuando las lágrimas inundan los dos luceros que alumbran su rostro).
Estaba acompañada por su...”Novio”. Nunca me gusto, no sé, había algo tenebroso en ese...”Hombre”.
Me dirigí hacia la entrada (Sólo por pasar al lado de ella). Saludé, -¿Hola, todo va bien?-.
Ninguno de los dos me contestó. Entré en la cafetería, los observé durante un buen rato,
discutían, eso estaba claro. Aquel tipo (El hombre que le prometió estar a su lado hasta que la muerte los separara)
gesticulaba airado y de forma amenazante, ella cabizbaja, seguía llorando.
En este recuerdo deambulaba la memoria mía cuando un sollozo desgarrador me devolvió a la realidad.
Volví a verme reflejado en la ancha pero hoy húmeda cristalera,
tras de mí también se reflejaba la oscura comitiva, avanzaba a paso lento,
lento como el ocaso, lento como el perdón.
Antecedíanos un coche negro, negro como la noche, negro como la muerte,
en el lateral que quedaba reflejado, una hermosa corona de flores, la adornaba una cinta color sanguinolento,
en ella unas letras plata rezaban, “Ana María jamás te olvidaremos.
Todos temíamos que esto sucediera. Pero...¿Quién hizo algo para evitarlo?, Todos fuimos culpables...yo el primero.
Aquel hombre cumplió su promesa.
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Carles C. 23/VII/2014
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Fotos: liturgiamforos.com

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