El alma cubrí de dulce amianto
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Resurgieron los brillos de la nada
al abrirse los ojos de mi amada,
su color y destello inalcanzables,
afilados cual filo de mil sables,
enamoran no siendo los culpables,
y presumen de ser abominables.
Se callaron los truenos, la tormenta,
sin olor van las hojas de la menta,
por mi boca jamás será negada
recitando los versos más amables
al canal de sus pechos que atormenta.
Hoy me impuse exigente y dulce cruz
que cedió su saliva a contraluz.
Me negó por el miedo locos besos
y sabiendo que muero por sus huesos,
permitió de los míos sus decesos
y enterró mis amores exprofesos
en la tumba espantosa del espanto,
de un humilde y perdido camposanto.
La mujer que dispara el arcabuz
intentó calcinar mis embelesos
mas, el alma cubrí de dulce amianto.
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Butterfly 17/VIII/2016
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Foto: 1.bp.blogspot.com
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